Calienta la leche en una olla a fuego medio. Agrega la sal.

Cuando la leche comience a humear, añade el vinagre o el zumo de limón.

Reduce el fuego y permite que la leche forme grumos, asegurándote de que se separe la parte grasosa del suero.

Apaga el fuego una vez que hierva y los grumos hayan formado.

Deja reposar el queso durante 10 minutos.

Coloca un colador sobre un bol y cúbrelo con una gasa o un trapo de algodón.

Transfiere el queso al colador y envuélvelo con el trapo, presionando suavemente para eliminar el exceso de agua.

Coloca el queso en un cestillo y presiona firmemente para darle forma.

Coloca papel absorbente en un plato, añade el queso y cubre con otro papel absorbente.

Refrigera durante al menos 5 horas.

Retira el papel y desmolda el queso sobre un plato.